Programa 2010: Relats

Tal i com vam acordar al setembre, de cara als propers dos trimestres farem repertori amb un fil conductor. A la reunió d'aquesta tarda hem acordat fer-ho de la següent forma: triem un relat curt i entre cançó i cançó anem recitant-lo. Les cançons il·lustrarien els diferents situacions o estats d'ànim transmeses pel relat. La relació literal amb el text és una possibilitat, però també pot ser més aviat d'ambient (total, si les cançons no estàn en castellà o català la majoria del públic no les entendrà). És una forma de donar-li coherència al programa, variar una mica el format i que no sigui tota l'estona el cor cantant allà de negre tots tiesos... però tampoc no repetim l'experiència de fa dos anys, que va ser txula però cal innovar.
Primer necesitem seleccionar un relat curt, ja sigui escrit d'abans, ja sigui de collita pròpia. Hauria de ser algo que, per com estigui escrit, es pugui partir en fragments, i que descrigui una varietat d'estats d'ànim o situacions "musicables".
Un cop fet això, haurem de triar cançons apropiades pels diferents moments. Aquesta entrada és pels relats. Podeu postejar aqui els que us agradaria triar com a comentaris a aquesta entrada.
Apart, per a que no es barreji tot, hi ha una altra entrada per a opinar sobre els relats que altres han deixat. Ara us toca a vosaltres!

Nacho

6 comentaris:

  1. Franz Kafka y la niña
    Joseba Sarrionaindía

    Imagina a Franz Kafka en una calle de Praga. No, no es Praga, es otra ciudad. Imagínalo en una calle de Berlín.
    En noviembre de 1923 él y Dora Dymant cambiaron de casa, Grunewaldstrasse 13, alquilando dos habitaciones en casa de un médico.
    Imagina a aquel escritor, ya afectado por la tuberculosis, paseando por la calle en una tarde nublada y tranquila.
    Una niña llora en la acera. Franz Kafka se acerca a la niña, que oculta su cara bajo mechones pelirojos. Llora porque ha perdido su muñeca.
    -¡No, no se ha perdido!- le dice Franz Kafka.
    Que no se ha perdido, que no llore, que la muñeca ha tenido que marcharse de viaje y que no se ha despedido de ella porque los adioses son tristes.
    -Hace poco me he encontrado con tu muñeca- dice Franz Kafka- a la salida de la ciudad, y me ha dicho que te ha escrito.
    Imagina a la niña secándose las lágrimas con sus manitas. La niña, desde la profundidad de sus ojos azules, mira al hombre moreno, al extraño mensajero.
    El mensajero, Franz Kafka, sube calle arriba con su traje negro y paso lento, para perderse, como el más misterioso de los mensajeros, en la esquina de la calle.
    La niña, durante las siguientes semanas, recibió las cartas de la muñeca, en las que le contaba un viaje extraordinario, cada vez desde más lejos.

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  2. Fabricantes de Islas
    Álvaro Cunqueiro

    La fábula del Rey de Irlanda, que logró que Dios le regalase una isla, es conocida. El Rey tenía siete hijas, pero no tenía más que seis ciudades, con lo cual una de sus hijas, la hija menor se quedaría sin dote. El Rey le pidió a su niña que se metiese monja, pero ella, como la niña del romance nuestro, se quería casar:

    Yo me quería casar
    con un mocito barbero,
    y mis padres me querían
    monjita en un monasterio…

    El Rey lloraba, y un día en que estaba más triste que de costumbre, su ángel de la guarda le puso una mano en el hombro derecho y le habló. Le dijo que estaba seguro de que si el Rey inventaba un nombre para una isla, y a Dios le parecía que el tal nombre era hermoso, que pondría una isla en el mar que se llamase así, y que la podía dar de dote a la hija más pequeña, tan insistente en casar. El Rey lo pensó durante un año, y al
    final dio con un nombre, Tirnagoescha, es decir, Tierra de los Pájaros Sonrientes. A Dios le pareció muy bien, y un día de abril apareció esa isla en las costas de Irlanda, en sus bosques volando pájaros que sabían sonreír.

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  3. Instantes
    Nadine Stair (atribuit a J.L. Borges)

    Si pudiera vivir nuevamente mi vida.
    En la próxima trataría de cometer más errores.
    No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
    Sería más tonto de lo que he sido, de hecho
    tomaría muy pocas cosas con seriedad.
    Sería menos higiénico.
    Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría
    más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.
    Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería
    más helados y menos habas, tendría más problemas
    reales y menos imaginarios.
    Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente
    cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría.
    Pero si pudiera volver atrás trataría de tener
    solamente buenos momentos.
    Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos;
    no te pierdas el ahora.
    Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin termómetro,
    una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas;
    Si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
    Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios
    de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño.
    Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres
    y jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante.
    Pero ya tengo 85 años y sé que me estoy muriendo.

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  4. Las ciudades y la memoria. 2
    Italo Calvino

    Al hombre que cabalga largamente por tierras agrestes le asalta el deseo de una ciudad. Finalmente llega a Isidora, ciudad donde los palacios tienen escaleras de caracol incrustadas caracolas marinas, donde se fabrican con todas las reglas del arte catalejos y violines, donde cuando el forastero está indeciso entre dos mujeres siempre encuentra una tercera, donde las peleas de gallos degeneran en riñas sangrientas entre los que apuestan. En todas esas cosas pensaba el hombre cuando deseaba una ciudad. Isidora es, pues, la ciudad de los sueños; con una diferencia. La ciudad soñada lo contenía joven; a Isidora llega a edad avanzada. En la plaza hay un murete desde donde los viejos miran pasar a la juventud: el hombre está sentado en fila con ellos. Los deseos ya son recuerdos.

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  5. Sin título
    Michael Ende

    El puente que estamos construyendo desde hace muchos siglos nunca estará terminado. Como una mano tendida que nadie estrecha, sobresale por encima de las rocas escarpadas de la frontera de nuestro país, debajo de la que se abre el negro abismo sin fondo. Su amplio arco desaparece en alguna parte a lo lejos de la espesa niebla que se eleva constantemente de la profundidad.

    Una construcción semejante no puede concluir si alguien no viene a nuestro encuentro construyendo desde el lado opuesto. Y nosotros no hemos podido descubrir un indicio de que al otro lado se trabaje también en un proyecto semejante. Es probable que allí todavía no hayan notado nada de nuestros esfuerzos.

    Muchos de nosotros dudan incluso de que exista siquiera un lado opuesto. Esas gentes han fundado a lo largo de los últimos dos siglos una iglesia propia apartada de la antigua doctrina ortodoxa, cuyos miembros reciben el nombre de los Unilaterales. Originalmente era sólo un mote que les dieron los ortodoxos, más tarde lo adoptaron ellos mismos y desde entonces lo llevan con cierto orgullo. Sus convicciones, por cierto, no les impiden seguir participando con todas sus fuerzas en la construcción del puente tal como lo prescribe nuestra ética. Por eso tampoco se les persigue hoy como sucedía a veces en otros tiempos, sino que se considera que tienen los mismos derechos o casi. Se les reconoce por un pequeño corte vertical en el lóbulo de la oreja izquierda con el que manifiestan su unilateralidad. Los otros, en cambio, los que forman la mayoría ortodoxa, se llaman los Medios. No dudan de la existencia del otro lado, pero saben que es inalcanzable.

    Aunque en nuestro lado el puente nunca ha progresado más allá de la mitad, se desarrolla sobre él un intenso tráfico. A todas horas del día y de la noche pueden verse allí carros, jinetes, caminantes, sillas de mano y porteadores marchando en ambas direcciones. Sin intercambios comerciales con el otro lado no podríamos existir, pues todos nuestros medicamentos y una buena parte de nuestros alimentos vienen de allí. Nosotros les suministramos a cambio vasijas de barro de todo tipo, ladrillos, utensilios de metal y cera mineral que extraemos de nuestras minas.

    [Sigue en el siguiente post]

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  6. [Continuación del post anterior]

    A veces resulta difícil explicar a los extranjeros que aceptamos sin dificultades este hecho que a ellos les parece una contradicción evidente, y que vivimos con él. Nuestra religión nos prohíbe –y aquí no hay diferencia entre Unilaterales y Medios. dudar de que sólo existe aquélla parte del puente que hemos construido nosotros mismos. Algunos fanáticos y heresiarcas que ha habido de vez en cuando en nuestra historia fueron conducidos directamente al lugar donde termina y obligados a continuar. Naturalmente, se precipitaban al abismo.

    A quien no haya nacido y crecido en nuestro país podrá resultarle difícil comprender que la condición para que exista tráfico entre nosotros y el otro lado reside precisamente en que estamos profundamente convencidos de que es imposible. Si pusiésemos seriamente en duda este fundamento de nuestra doctrina, tendría que hundirse irremisiblemente –de eso estamos seguros y todos nuestros libros sagrados lo confirman- la parte del puente construida por nosotros y estaríamos perdidos. Así que los viajeros deberán contener sus lenguas y no tratar de indagar con demasiada obstinación el secreto de nuestra fe. Se exponen a correr la misma suerte que los herejes de nuestro propio pueblo.

    Experimentarían entonces en su propia carne que nuestro puente no ha sido terminado y que entre nosotros y el otro lado sigue existiendo el abismo.

    En las bodas, por cierto nada escasas, entre una hija o un hijo de nuestro país y una hija o un hijo del otro lado, estos últimos declaran solemnente que no existen. La única diferencia entre nuestras dos confesiones consiste únicamente en que la fórmula de los Unilaterales dice: ”No he venido de ninguna parte, pues el lugar de mi origen no existe. Por eso no soy nadie y así te tomo por marido (por mujer)”, mientras que la de los Medios dice: “De donde vengo es imposible que viniese, por eso no estoy aquí y así te tomo por marido (por mujer).” Con esta ceremonia se adquiere en nuestro país el pleno derecho de ciudadanía y a partir de entonces se es una persona real con todos los derechos y deberes conyugales.

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